La filosofía del Principio Antrópico
Muchas veces nos hemos preguntado por el grado de validez de una afirmación. ¿Podemos resumir la esencia de una teoría en un enunciado concreto? Podremos concretar algo acerca de cierto punto de la teoría, pero relegando, evidentemente los demás puntos de la misma a un segundo plano.
Esto ocurre con el Principio Antrópico, no podemos resumir la esencia de la teoría de la selección de observadores sin dejar de lado otros muchos puntos importantes. Debido a esto, las conclusiones extraídas no son siempre las más adecuadas, porque obtenerlas requiere de una mayor especialización.
Para extraer las conclusiones correctas debemos formular de la forma más adecuada los efectos de la teoría de la selección de observadores:
· El sistema de referencia es un sistema automuestral. Debemos considerar que nuestra posición en el universo es la adecuada para su observación, teniendo en cuenta que no existen en él sistemas de referencia privilegiados a gran escala.
· Tenemos dos incertidumbres fruto de nuestros propios límites perceptivos y de los límites naturales (Principio de Incertidumbre), el desconocimiento de nuestro lugar en el universo, ya que no hay ningún sistema de referencia privilegiado que nos indique dónde nos encontramos; y el desconocimiento de nuestra propia condición, tampoco conocemos otra forma de vida con la que compararnos en la escala evolutiva.
· Existen límites cognitivos, fruto de nuestra propia naturaleza; límites matemáticos, cuyo origen se encuentra en el desarrollo científico y tecnológico; y límites naturales, que no dependen para nada de nosotros.
Versiones filosóficas del Principio Antrópico
-Principio Antrópico Débil:
Inicialmente puede parecer un razonamiento tautológico, la constatación a posteriori de cosas que sabemos que han ocurrido, la simple afirmación de que el hombre existe. También ha sido tildada por algunos de chovinismo carbónico, pues asume que no es posible que existan otras formas de vida. Todos los parámetros establecidos giran en torno a la vida basada en el carbono, ya que evidentemente no conocemos otro tipo, pero imaginamos que si toda la variedad de seres que habitan nuestro planeta tienen estructura carbónica, es o porque era el elemento más abundante en el momento de la aparición de la vida o era el mejor y más adecuado gracias a su versatilidad. Sin embargo y a pesar de todo esto, es la idea que más ha calado entre los físicos porque se ajusta a la teoría del Big Bang y a las cuatro fuerzas fundamentales.
-Principio Antrópico Fuerte: La respuesta a la pregunta ¿Por qué el universo es tal como es? Sólo tiene una respuesta posible:”Si no fuera tal y como es no estaríamos aquí y no podríamos formular esa pregunta”. Sin embargo, según esta versión, podríamos formular la pregunta desde alguna otra región del universo, pues si no existiésemos en esta zona, lo haríamos en otra, porque las condiciones del universo son las que son justamente para permitir la existencia de vida. Podemos concluir que es nuestra propia existencia la que dota de sentido al universo. Esto puede contribuir a la deificación del hombre, y establecer de nuevo el antropocentrismo radical que fue eliminado por Copérnico hacia el siglo XVI. O bien, permitir la reaparición de la teoría del Diseño Inteligente, que se desarrollo junto a las teorías evolutivas hasta la aparición de Darwin, y que parece acompañar a la cosmología en forma de neodarwinismo.
-Principio Antrópico Final: Defiende la existencia de un tipo de procesamiento inteligente que exista indefinidamente. Ha sido tildada de no científica, si no más bien, de mística y religiosa. Rescata la teoría del Diseño Inteligente.
Conclusiones
Si observamos el Principio Antrópico desde la perspectiva del racionalismo crítico, tan de moda actualmente, es desde luego su versión débil la que más se amolda a nuestras convicciones actuales y teorías aceptadas. Sin embargo puede parecernos una manera de explicar de forma muy burda aquellos fenómenos que los físicos no pueden explicar, porque en muchos aspectos, es más una idea filosófica que científica, pero es que la física está muy relacionada con la filosofía. En la antigüedad, los físicos eran aquellos que ocupaban los cargos de científico y filósofo.
La física utiliza el método científico para explicar nuestros orígenes, el mundo en el que vivimos y el universo que nos contiene. Abarca todas las escalas, el átomo y las galaxias, los quarks y las nebulosas, los bosones y los agujeros negros… Parecen tan distintos, y sin embargo todos son necesarios para el mantenimiento del orden cósmico. Desde la antigüedad, el universo nos fascina, nos atrapa con su enigmático caminar…es perfecto. En una noche estrellada lo ideal es perderse en sus profundos secretos…Es todo cuanto podemos hacer: observar y pensar. Bueno, realmente también interactuamos con él, pero en qué medida. ¿Somos una simple contingencia o por el contrario somos el “Santo Grial Cosmológico”?
Consideremos la posibilidad de que somos tan importantes que nuestra presencia determina el sentido universal. Antes hablamos de ello, basándonos en el Principio Antrópico Fuerte, en la multiplicidad de universos. Reflexionemos acerca del modelo de inflación caótica de Andrèi Linde, según el cual existen numerosos universos esféricos. Sólo en algunos de ellos se desarrollarán observadores que doten de sentido al universo, pero la probabilidad de que todas las constantes físicas concuerden perfectamente como para que se desarrolle la vida, dando por hecho que sería una vida basada en el carbono, son muy pocas. Así que si en un universo se desarrolla una civilización inteligente, la probabilidad de que en otro universo se desarrolle es 0, porque ningún universo tiene las mismas constantes físicas, y sólo con unas determinadas podrían aparecer tales observadores. Podemos aplicar entonces el Principio de Economía y eliminar los universos sin vida de la teoría. Haríamos lo mismo con las distintas regiones del espacio propuestas también en el PAF, pues si en una de ellas ya existe vida y damos por hecho que no lo hará en las demás, no tiene sentido que existan. Esto reduce el Principio antrópico Fuerte al Principio Antrópico Débil
Desde el punto de vista antropocéntrico tampoco tiene sentido que existan todas las nebulosas, galaxias, estrellas y planetas, porque la sola existencia del sistema solar ya dota de sentido al universo, por lo tanto los demás cuerpos celestes son innecesarios. O quizás no tanto, porque a lo mejor existen para aumentar el número de probabilidades de que en un sistema aparezca la vida, porque como ya sabemos existen multitud de parámetros que determinan las posibilidades de un determinado planeta de albergar una civilización inteligente.
Y si existen tantos parámetros, y es tan difícil que estén tan bien calibrados como para permitir nuestra existencia, ¿por qué no consideramos la posibilidad de que exista un diseñador universal, un ingeniero cósmico? No parece tan descabellado si nos fijamos en el teólogo del siglo XVIII William Paley que exponía su idea de la siguiente manera, en un pasaje bien conocido que daba comienzo a su “Teología Natural o pruebas de existencia y atributos de la divinidad recogidas a partir de los aspectos de la naturaleza” de 1803:
“Supongamos que, al cruzar un zarzal, mi pie tropieza con una piedra, y se me pregunta cómo esa piedra ha llegado hasta allí; probablemente podría contestar que, por lo que yo sabía, había estado allí desde siempre: quizás tampoco sería fácil demostrar lo absurdo de esta respuesta. Pero supongamos que hubiese encontrado un reloj en el suelo, y se me preguntase qué había sucedido para que el reloj estuviese en aquel sitio; yo no podría dar la misma respuesta que antes, de que, por lo que yo sabía, el reloj podía haber estado allí desde siempre. [Su precisión y la complejidad de su diseño nos forzaría a concluir] que el reloj debió de tener un fabricante: que debió de existir en algún momento, y en algún lugar, un artífice o artífices, que lo construyeran con una finalidad cuya respuesta encontramos en la actualidad; que concibió su construcción, y diseñó su utilización. [Nadie podría contrariar razonablemente esta conclusión, ya que] cada indicación de una idea, cada manifestación de diseño que existe en el reloj, existe en las obras de la naturaleza; con la diferencia, por parte de éstas, de ser tan excelsas o más, y en un grado que supera todo cálculo.”
Hume, sin embargo, criticó la teología natural, y junto con ella, la teoría del Diseño Inteligente, por ser simplemente una analogía. Podemos establecer una relación entre un reloj, un coche, una casa…y el universo, pero esto no puede ser utilizado como prueba de verificación pues no existen similitudes contrastables entre los objetos antes mencionados y el cosmos. Pero en aquella época, aunque el ateísmo parecía la postura más lógica y sensata, podía dejar una honda insatisfacción intelectual, porque hasta que no apareció la ley de la evolución de las especies de Darwin, que completó por fin al ateo convencido, el problema de la complejidad irreducible no pudo ser solucionado.
En la actualidad, el viejo argumento del diseño resurge en el contexto del principio antrópico. El universo y el ajuste fino de las constantes fundamentales. Sin embargo, la nueva teoría del diseño ha sido desmontada desde el punto de vista lógico y racional de la física actual, que al igual que Darwin, nos presenta escenarios naturales donde el ajuste fino de las constantes físicas y de los parámetros que rigen el universo no reciben demasiada importancia.
A medida que acumulamos conocimientos acerca del universo y vamos descubriendo nuevas leyes de la física, la imagen del diseñador inteligente, del creador, desaparece hasta convertirse en la esperanza de algunos de colocar al hombre en el lugar que nunca le ha correspondido (antropocentrismo) En palabras de Bertrand Russel:
"Los creyentes en el Propósito Cósmico constituyen gran parte de nuestra supuesta inteligencia, pero sus escritos le hacen a uno dudar de ella. Si se me garantizara la omnipotencia, y millones de años para experimentar con ella, no pensaría que pudiera presumir mucho del Hombre como resultado final de todos mis esfuerzos.”
o Hawking, S. W., Historia del tiempo. Del big bang a los agujeros negros, Editorial Crítica, Barcelona.
o Heidmann, J., La vida en el universo, Alianza Editorial, Madrid.
o Greene, B., The elegant universe, Vintage, New York.
o Guía del cielo nocturno. Astronomía, Blume, Barcelona.
o Roman, C.A., Secretos del cosmos, Salvat, Madrid.
o Atlas de filosofía, Alianza Atlas, Madrid.
o Bueno.G., Hidalgo.A., Iglesias.C., Symploke. Filosofía 3º B.U.P., Ediciones Júcar, Madrid.
o Reeves, H., Últimas noticias del cosmos. Hacia el primer segundo, Alianza Universidad, Madrid.